Las tres leyes de la robótica son un conjunto de normas elaboradas por el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov que se aplican, en sus relatos, a los robots, que están diseñados con una inteligencia artificial para cumplir órdenes, realizar tareas en forma autónoma y tomar decisiones. En ese universo, las leyes son «formulaciones matemáticas impresas en los senderos positrónicos del cerebro» de los robots (líneas de código del programa que regula el cumplimiento de las leyes guardado en la memoria principal de aquellos). Aparecidas por primera vez en el relato «Círculo vicioso» (Edit. Runaround, 1942), establecen lo siguiente:
- Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño.
- Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley.
- Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.
Esta redacción de las leyes es la forma convencional en la que los humanos de las historias las enuncian; su forma real sería la de una serie de instrucciones de código equivalentes y mucho más complejas en el cerebro del robot.
En los relatos de «Yo Robot» podemos ver a la Dra. Susan Calvin, robotpsicologa, y sus técnicos enredados en varios sucesos relativos a la aplicación de las tres leyes,
En «El hombre bicentenario», Asimov nos narra la historia de Andrew Martín, nacido robot, y que lucha durante toda su vida (como «Uno») para ser reconocido como un ser humano.
La ley cero (o Zeroth)
Están también R. Daneel Olivaw y R. Giskard Reventlov (la R. es por Robot), que tienen un papel fundamental en la segunda expansión de los seres humanos y la consiguiente fundación del imperio galáctico. Siendo los robots más complejos jamás creados. Mientras que Daneel es un androide de perfecto aspecto humano, Giskard era un robot de aspecto tradicional pero con una inteligencia suprema y programacion muy singular fueron capaces de desarrollar la ley cero de la robótica («Zeroth law», en inglés) como corolario filosófico de la primera:
Un robot no hará daño a la Humanidad o, por inacción, permitir que la Humanidad sufra daño.
R. Giskard Reventlov aparece en las novelas: Los robots del amanecer, y en Robots e Imperio. En esta última muere tras verse obligado a dañar a un ser humano en virtud de la ley cero. El problema fundamental con esta ley es definir «Humanidad», así como determinar qué supone un «daño» para la Humanidad.
Aunque Giskard parece un robot común y no muy avanzado, esconde un secreto: su dueña Vasilia, al experimentar con su cerebro positrónico le concedió capacidades para influir sobre la mente humana. Antes de quedar bloqueado por intentar cumplir la Ley Cero por encima de la Primera Ley, transmitió este conocimiento (o programación) a R. Daneel Olivaw.
Esta habilidad de «influir» en las mentes humanas no afecta directamente con los pensamientos, sino que puede percibir y modificar las emociones (enfatizándolas o apaciguándolas) que afectan a algún pensamiento. También puede realizar pequeños ajustes en las mentes, como provocar sueños o desmayos y amnesias específicas (que alguien no recuerde lo que ocurrió durante un periodo de tiempo determinado)
Daneel logró asimilar este don gracias al sacrificio de Giskard, convirtiéndose desde entonces en el protector, en las sombras, de la Humanidad y, bajo distintas identidades, se convierte en uno de los personajes más importantes del ciclo de Trantor (formado por los cuentos y novelas de robots, las novelas del imperio, y la saga de las fundaciones: 17 libros) siendo además un elemento clave en su continuidad